
ANTECEDEDENTES DE LA LUCHA SOCIAL
Colombia una nación dependiente

El núcleo “Estado y poder” permite al estudiante comprender y analizar, de manera autónoma, la problemática del Estado y, de modo consecuente, entenderlo como la máxima instancia de organización política y de las relaciones de poder.
En la época de Independencia (1810) varios personajes importantes como Simón Bolívar, Policarpa Salavarrieta, José Maria Córdoba y muchos más valientes, entregaron hasta sus vidas para luchar por la libertad de los que eran sometidos por los españoles, y también para que las generaciones futuras nacieran libres e hicieran valer sus derechos." Pero con el paso del tiempo esta ideología ha desaparecido y día tras día el pueblo colombiano es más dependiente de países primer mundistas que aprovechan y explotan los recursos colombianos.
Durante los doscientos años que han trascurrido después de nuestra independencia, Colombia ha. soportado un buen número gobiernos, que no piensan en el bienestar del pueblo. Pues no presentan planes de gobierno claros y terminan permitiendo que políticas externas, ayudas e intromisiones de otros países saquen provecho de nuestra ya desangrada nación.
Nos estamos quedando atrás, mientras muchos países y potencias avanzan tecnológica, científica, política y económicamente: Colombia intenta naufragar para salir a flote y no ahogarse en un mundo globalizado. Por esta razón hay necesidad de pedir ayudas externas que llegan acompañadas de una serie de condiciones que nos empobrecen cada vez mas. Cada día llegan nuevos inversionistas extranjeros multinacionales que arrasan con los pequeños capitales y con la mediana y pequeña industria para lucrarse y llevarse las regalías para sus países y lo mas triste es que esto cuenta con el aval y el beneplácito de gobierno.
Muchos de los conflictos sociales se deben a políticas de ajuste estructural que van en contra del bienestar del pueblo, ajustes como reformas laborales, pensionales flexibilización laboral o recortes a la inversión social, comúnmente las determina un organismo internacional llámese Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE, Fondo Monetario Internacional FMI, Banco Mundial BM.
Acumulación capitalista, concentración extrema de la riqueza y desigualdad social

La tendencia histórica del proceso de acumulación constituye un factor esencial para caracterizar relaciones de causalidad y persistencia del conflicto social y armado, aunque no logra explicarlas por sí sola. Resulta de suma utilidad para comprender las condiciones de producción y reproducción del antagonismo y del conflicto social y de las formas específicas que éste asume a través de las luchas sociales y de clase, en la medida en que da cuenta del régimen de producción y de apropiación de la riqueza social producida, de la forma como las diferentes clases y facciones participan en él, así como de la organización institucional del poder y del Estado para esos propósitos, especialmente a través de los diseños de la política económica. Sin desconocer el papel de las luchas sociales sobre la distribución y la redistribución en diferentes momentos, la forma prevaleciente de la acumulación capitalista a lo largo del conflicto ha sido la de la violencia y el despojo. Su principal resultado histórico es la generación de una de las sociedades más desiguales del mundo, caracterizada por una altísima concentración de la riqueza y de la propiedad, actualmente en manos de unos pocos poderes financieros corporativos. En ese aspecto es indiscutible la función de «acumulación – expropiación» desempeñada por la guerra.
Se trata de un proceso de modernización capitalista en el que con fundamento en la consolidación de la economía cafetera como principal sector de la actividad económica, se abre paso el proceso de industrialización basado en el mercado interno y la sustitución de importaciones, se desencadena la lenta transformación capitalista de la agricultura, al tiempo que se da continuidad a economías de extracción, especialmente a través de la explotación petrolera. Esta configuración sectorial de la economía se acompaña de una concentración espacial en la región andina, con despliegues hacia tierras planas de la Costa atlántica y de los actuales departamentos del Valle, el Huila y el Tolima principalmente. A la vez explica la inserción en la economía mundial por cuenta de la exportación de bienes primarios, especialmente del café, lo que hace la economía dependiente y vulnerable frente al comportamiento de los precios de estos productos en los mercados internacionales y a los ciclos transnacionales de acumulación. Desde el punto de vista poblacional, se aprecia un proceso de liberación de fuerza de trabajo, favorecido por migraciones hacia los principales centros urbanos y las cabeceras municipales (que impulsan una urbanización relativamente acelerada), y por colonizaciones campesinas, que amplían la frontera agrícola.
La conformación de este régimen de acumulación se fundamenta en continuas luchas y disputas entre las clases dominantes y sus principales facciones, que derivan en la transacción y el compromiso, con rasgos de relativa inestabilidad. Asimismo, en la movilización y las luchas sociales, obreras y especialmente agrarias; y en la función organizadora de la guerra y del ejercicio de la violencia. Ello resulta más comprensible cuando se considera que en el eje de la conformación de dicho régimen se encuentra la tierra. Y más que ella, la presión por su inclusión dentro del proceso de acumulación capitalista, lo cual demandaba la transformación de las relaciones de propiedad para superar en forma definitiva el régimen señorial-hacendatario y dar paso a la democratización de la propiedad a través de la reforma agraria. En contraposición a ello, la vía reaccionaria que se impuso para resolver la cuestión de la tierra, tras algunos intentos de tibio reformismo, tendrá profundas repercusiones sobre nuestro devenir histórico, pues sentará las bases estructurales para la continua reproducción de un régimen de propiedad y de producción erigido sobre la extrema concentración de la propiedad latifundista sobre la tierra y su contracara: la exclusión del acceso a la propiedad de la clase trabajadora rural y de las mayorías campesinas. Un régimen construido a sangre y fuego, protegido a través de un orden jurídico hecho a la medida, y que no ha escatimado en el recurso permanente de las armas para su preservación y protección.
Dictadura o Democracia.

La dictadura se entiende como el sometimiento de los poderes públicos, y los órganos de control. Es riesgoso cuando una misma persona o partido político tiene tanta injerencia en las ramas del poder público, porque se pierde el equilibrio como elemento de salvaguarda de la sociedad, supóngase una persona dirigiendo al ejecutivo, influenciando al cuerpo legislativo y por otro lado judicializando, damnifica a sus contradictores, debilita la institucionalidad, intimida la sociedad y somete la respuesta pública, en ese orden de ideas la democracia no sería garantista, se cataloga de papel, y…. por supuesto deslegitima a todo un país, genera inseguridad, incertidumbre y desconfianza.
Colombia ha sufrido experiencias dictatoriales de muchos tipos, en todas las medidas y lideradas por cualquier cantidad de actores políticos. Desde la época de la conquista fuimos sometidos a un regimen dictatorial, gran parte de nuestros antepasados fueron exterminados en el curso de un régimen que esclavizaba. Luego en la época republicana estuvimos gobernados por una dualidad política que representaba el centralismo y el federalismo, ocasionando distintas guerras.
Dictadura a la colombiana es poner la justicia al servicio de la política, legislar a partir del favorecimiento, a la medida de las circunstancias, promover iniciativas reglamentarias que tengan nombre y apellido, calculadas con beneficiario propio, es una imposición contraria a los principios de una democracia.
La dictadura ha sido instrumentalizada a partir de la violencia, y de la mano de ella, la corrupción en todas sus formas. La intimidación ha transcendido como elemento propio de la vida, de tal manera, que la observamos como normal perpetuándose en nuestra sociedad como algo legítimo.
El hecho mismo de que un numero reducido de familias aproximadamente 50 se mantengan en el poder político desde tiempos remotos, que se conciben como clanes políticos, cuentan con poderes territoriales, coartan por la vía de la clientela, la compra o la violencia a los electores para perpetuarse en el poder, es reflejo del poco alcance democrático en Colombia y de la perpetuación en el poder.
Represión, Doctrina de enemigo Interno y Guerra sucia

La unificación colectiva frente todo lo que pueda considerarse como amenaza al poder de clase y del orden social existente por parte de toda forma de subversión. El «miedo al pueblo» ha provocado la activación de dispositivos de preservación y reproducción de dicho poder y orden.
El enemigo insurgente es concebido como un movimiento organizado en diversas formas y dispuesto a movilizar diferentes recursos para disputar el control del aparato estatal, para subvertir el orden existente y trastocar la estructura de poder; movimiento que adelanta una lucha prolongada tanto militar como política para debilitar el control y la legitimidad gubernamental
El ejercicio de la violencia y del accionar bélico se debe comprender en un sentido más amplio; extendidos al conjunto de la vida social a través de estrategias de militarización para la regulación del conflicto social, lo cual incluye la estigmatización y criminalización del enemigo subversivo.
estrategias militares y paramilitares
El aparato militar funciona en nuestro país no como una forma de materialización de lo que llamaríamos el Estado burocrático, en el cual la actividad descansa en la forma de aplicación o uso de la violencia como ejercicio legítimo del Estado, sino que se caracteriza por ser una extensión de la forma de los intereses políticos de las elites políticas tradicionales, para garantizar el control y la eliminación de lo que el Estado mismo crea, considera y elimina con fundamento en la construcción de la racionalidad del enemigo interno. Pero también existe la apropiación, el uso y la tenencia de la tierra y recursos naturales que también, han sido motores del origen y la perduración del conflicto armado.
Es de suma importancia evidenciar que la Fuerza Pública colombiana ha participado activamente en la degradación del conflicto, ya que se ha valido de las estrategias de seguridad nacional y promovido la existencia de grupos para estales que en conjunto han asesinado, desaparecido, torturado y desplazado a la población armada y civil. La seguridad del Estado colombiano ha sido la premisa para darle un sentido militarista a las estrategias de seguridad nacional, buscando darle una solución militar a las causas sociales, económicas y políticas que han desencadenado el conflicto armado.
En desarrollo de su función política de combate y exterminio del «enemigo comunista», este mercenarismo paramilitar, articulado en las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia – AUC, encauzó la guerra esencialmente contra la «población civil insurgente», adelantó estrategias de control territorial fundamentadas en la generalización del terror y en la activación de técnicas fascistas de la muerte, e impuso nuevos órdenes locales de dominación sustentados en la violencia y el despojo. Ha desempeñado igualmente funciones económicas de estímulo a la acumulación de capital, dentro de las cuales se pueden mencionar: la flexibilización violenta del trabajo; el desencadenamiento de una mayor concentración de la propiedad latifundista sobre la tierra; el alistamiento violento de territorios vinculados a proyectos de explotación minero-energética y de producción de agrocombustibles; la expansión de la economía de la cocaína; el crecimiento de la especulación inmobiliaria y del negocio financiero mediante operaciones de «lavado de activos».
En torno a la violencia se describen estrategias como la utilización permanente del Estado de Sitio, con sus consecuencias devastadoras para la vida democrática; concentración del poder político para el lucro capitalista; imposición del bipartidismo y de la violencia sectaria; instauración definitiva de la violencia como representación de lo político; incremento del autoritarismo social; degradación de los fundamentos morales de la acción política; crisis de legitimidad del sistema político y electoral; deslegitimación de la justicia y las fuerzas armadas; entre otras manifestaciones.